Resumen:
Organizador: Cabildo de Gran Canaria
Lugar: Teatro Cuyás
Municipio: Las Palmas de Gran Canaria
Isla: Gran Canaria
Fecha: 08 de junio de 2024
Hora: 19:30
Descripción:
Sobre la obra
Jean-Luc Lagarce escribe Tan solo el fin del mundo en Berlín en 1990. Poco tiempo antes había recibido la noticia de que había contraído el VIH. Por aquel entonces, este virus era no solo el causante de una enfermedad con unos índices de mortalidad muy elevados sino también un estigma que te dejaba marcado. Es imposible no relacionar este hecho fatídico con la escritura de la pieza. Podríamos decir que el elemento auto ficcional está presente desde el comienzo.
Louis, su protagonista, dice tener la misma edad que Lagarce, 34 años, y reconoce tener la muerte cerca, en un año exactamente. Sin embargo, no es una obra de auto ficción. Ni siquiera es una obra sobre la muerte o, desde luego, no solo sobre la muerte. El elemento central es la familia. Ese ámbito que nos vertebra por confirmación o por rechazo.
Louis ha huido de esa familia durante años. Los ha abandonado. Escapa de allí para construir una vida nueva a espaldas de la familia en la que creció. Y cuando recibe la noticia de su inminente muerte decide volver como el hijo pródigo para, dice él, comunicar su muerte. Buscando no se sabe muy bien qué: ¿el cierre de un ciclo?, ¿el perdón por su ausencia?, ¿el calor de aquellos a los que ha renunciado pero que le seguirán siendo fieles en estos últimos pasos de su vida?, ¿el reencuentro con ese paraíso perdido que es la infancia?
(...) Por último, no se puede decir nada de la obra sin entrar a hablar del lenguaje que utiliza Lagarce. La manera de hablar de los personajes es un tema en sí mismo. Hay una reflexión sobre el lenguaje, sobre la incapacidad de poder alcanzar con el lenguaje el alma humana.
Con todos estos elementos, Lagarce construye una de las obras más emocionantes y enigmáticas de los últimos cincuenta años. Una obra cumbre de la literatura contemporánea, no solo francesa sino europea, que retrata como pocas la zozobra de vivir y de saber que tarde o temprano nuestras vidas, como las obras de teatro, tienen un fin. Decía Tarkovski que el arte no nace para transmitir ideas sino para calmar el dolor profundo de saber que vamos a morir. Prepararnos para ese viaje. Y el propio Lagarce decía: “escribo para no estar solo”. Ambos viajes están presentes en esta pieza.
Israel Elejalde